30 de mayo de 2011

Guiso de Tenedores

Era un poblado pequeño, a las afueras del verde, cerca de un monte pero no tan cerca como para estar encima. Eran un numero moderado de habitantes, muchos pero tampoco eran tantos.
Tradicionales en su mayoría, por que no me gusta la totalidad, entraban al trabajo a las ocho y salían a las seis, las esposas preparaban la cena a las siete y en verano los niños pasaban la tarde jugando afuera.
Todo de acuerdo a lo estipulado, hasta aquel dia en que el cielo amaneció nublado. Esa tarde vieron su temor vuelto carne cuando los lobos asomaron. Todos estaban aterrorizados, las cenas y almuerzos asotaron a las familias por años hasta que alguien mas decubrió aquel monte, alguien que no vio lo desprotegido de aquel claro, ni mucho menos, los ojos centellantes de los lobos que estaban cada vez mas ambrientos.
El poblado de conejos no era alimento suficiente para aquella manada, la familia de dos padres con tres hijos que había comprado ese terreno seguro fue suficiente para que los lobos continuaran su camino.

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