25 de enero de 2010

Gloria

Las pancartas de papel putrefacto se despegaban de la cerca de madera que agobiaba aquel baldío que intentaba respirar y hasta las casas se caían de sus ladrillos y sus aceras sin saber donde pisar, mientras la noche corrosiva se deboraba la ciudad ella seguía adelante, con porte perpetuo, se camuflaba en la madrugada de París. Sin saber muy bien a donde pero cometida a no mirar sobre su hombro, porque ningún pasado fue mejor aunque los presentes duelan, estaba completamente decidida a olvidar ese hombre a quien ella misma comparaba a veces con un tapado de piel, pesado, peludo y difícil de usar.
Él, sin lugar a donde ir pero con un lugar donde quedarse, no conseguía mas que ser lo que su infancia odió, y lo que se hereda no se roba, y bebió y bebió y cuando el licor se acabó ni se percató.
Su garganta susurró el nombre de Glory cuando los dos matones se le vinieron encima, intentó golpear a su inmediato, pero estaba demaciado borracho para no caer a su merced.
Mientras el piso de arriba danzaba violento, en la vereda un cigarrillo indiferente se deshacía en humo cada vez que tocaba los labios de Glory y hacía latir de nuevo esa frase que dormía en su cabeza.
Cuando una esta sola en París, tiene que deshacerse de lo que no le sirve...

2 comentarios:

  1. lo leí dos veces porque despues de la primera vez que terminé pensé: ¿presté atención a lo que acabo de leer? No. Así que lo leí de vuelta.

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  2. no le había prestado atención a la primer porque era la una de la mañana y tenía sueño, no porque era aburrido.

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kiwi(s)